¡Hola, queridas almas curiosas!
Hoy quiero hablaros de algo que todos llevamos dentro pero que muchos no entendemos del todo: el famoso sistema de lucha o huida. Sí, ese sistema primitivo que nos hacía escapar de los tigres dientes de sable (¡gracias, cerebro!). Sin embargo, hoy en día, lo más peligroso que podemos enfrentar es una pila de correos sin leer o ese jefe que te lanza miradas asesinas cuando llegas tarde. Vamos a explorar cómo este sistema puede convertir tu día a día en una montaña rusa emocional cuando se queda bloqueado entre el sistema nervioso simpático (SNS) y el sistema nervioso parasimpático (SNP).
Imagina que eres un cavernícola, disfrutando de tu día cazando y recolectando. De repente, un mamut lanudo aparece de la nada. Tu cerebro entra en modo de emergencia y te da dos opciones: luchar contra el mamut (buena suerte con eso) o correr como si no hubiera mañana. Esa es la esencia del sistema de lucha o huida.
Pues, resulta que nuestro cerebro no ha recibido el memo de que ya no vivimos en la Edad de Piedra. Así que, cuando tu jefe te envía un correo furioso o ves una factura astronómica, tu cerebro reacciona como si estuvieras frente al mamut. Entran en acción dos sistemas: el SNS, que te prepara para la acción (¡lucha o huida!), y el SNP, que te calma una vez que el peligro ha pasado (o cuando el mamut decide que ya ha tenido suficiente de ti).
A veces, estos sistemas se quedan atascados, como si estuvieran en un bucle de Netflix que no para de cargar. Aquí tienes algunos ejemplos y analogías cotidianas:
Estás tranquilamente trabajando cuando, ¡bam!, recibes un correo de tu jefe con un asunto en mayúsculas. Tu SNS se activa: corazón acelerado, sudor en las manos, mente en blanco. Te preparas para "luchar" escribiendo la mejor respuesta de tu vida o "huir" escondiéndote bajo tu escritorio (no recomendado). Pero, ¿qué pasa si no puedes ni luchar ni huir? Te quedas atrapado en una sensación de ansiedad constante, incapaz de relajarte.
Vas de camino al trabajo, y te encuentras en un atasco monumental. Tu SNS dice: "¡Peligro! ¡Nos quedamos sin tiempo!". No puedes luchar (a menos que consideres pelearte con el volante) y no puedes huir (a menos que abandones el coche y te vayas corriendo). Quedas atrapado, y la tensión no baja ni un poquito, incluso después de llegar a tu destino. Tu día empieza con el pie izquierdo y tu SNS sigue en modo alerta roja.
Abres tu correo y encuentras una factura inesperada de un servicio que no sabías que habías contratado. Tu corazón se acelera, el sudor frío comienza a correr por tu espalda. No puedes luchar contra la factura (desafortunadamente, no puedes ganar una pelea con un papel) y huir tampoco es una opción (a menos que consideres mudarte al Amazonas y vivir sin tecnología). Te quedas atrapado en un estado de estrés financiero.
Aquí es donde entra el truco maestro: la autorregulación emocional. Practicar técnicas de respiración, meditación y mindfulness puede ayudarte a decirle a tu cerebro que el mamut ya no está ahí (¡gracias a los dioses de la tecnología!). Pequeños hábitos como caminar, hacer ejercicio o simplemente disfrutar de un buen libro también pueden ayudar a que tu SNP tome el control y te calme.
Y por último, pero no menos importante, no subestimes el poder del humor. Reírte de tus problemas, incluso si son gigantescos, puede ser la mejor medicina. Recuerda, si tu cerebro cree que un correo electrónico es un mamut, tú puedes enseñarle a ver las cosas con un toque de comedia.
Así que, la próxima vez que sientas que estás en modo lucha o huida, respira hondo, ríete un poco y recuerda que los mamuts están muy, muy lejos de aquí. ¡Tú puedes con esto!
Hasta la próxima, valientes luchadores (y corredores) del siglo XXI.
¡Compártelo con tus amigos y suscríbete para más aventuras emocionales y risas garantizadas!
a b c d e f g h i j k l m n o - Do not remove from template!!! it is important to support different fonts
Todos los derechos reservados | Liderazgo Zen