Las Heridas del Alma: Identificar para Sanar

Descubre las cicatrices invisibles que afectan tu vida y cómo empezar a curarlas


Como una cicatriz que no se ve, todas llevamos en el alma heridas que aún no han cerrado del todo. A veces las ignoramos, seguimos adelante con nuestras vidas, empujadas por la rutina, por las exigencias de la hostelería y ese ritmo frenético que parece nunca detenerse. Pero ¿y si te dijera que esas heridas no sanadas están influyendo en cada paso que das? En cómo te relacionas con los demás, cómo te ves a ti misma y, lo más importante, en cómo tomas tus decisiones.


¿Has notado alguna vez cómo reaccionas ante ciertas situaciones? Tal vez algo pequeño te irrita más de lo esperado o sientes que, a pesar de todo el esfuerzo, no es suficiente para ser reconocida. Estas reacciones muchas veces tienen raíces profundas.


Son la voz de esas heridas invisibles que hemos arrastrado por años: el rechazo, el abandono, la traición, la injusticia o la humillación.


Pero no te preocupes, aquí está lo más poderoso: no estás sola, y no estás condenada a vivir con esas heridas para siempre. Sanar es posible, y el primer paso es algo tan simple y, a la vez, tan profundo: reconocer que esas cicatrices existen. Porque, como cualquier herida física, si no las vemos, si no les damos atención, siguen infectadas, afectando cada aspecto de nuestra vida. Sin embargo, cuando las reconocemos, les quitamos poder.


Haz una pausa. Sí, justo ahora, en este instante. Cierra los ojos, respira profundo, y escucha lo que tu interior te está diciendo. Tal vez esas heridas del alma han estado clamando por tu atención desde hace tiempo, pero has estado tan ocupada cuidando a otros, trabajando largas horas, dando lo mejor de ti en la hostelería, que te has olvidado de la más importante: tú misma.


¿Te suena familiar? A veces nos decimos que no hay tiempo para detenernos, que somos fuertes y que “podemos con todo”. Pero la verdadera fortaleza está en permitirnos sentir. En darte el espacio para reconocer lo que duele, para observar esas partes de ti que has guardado bajo llave. Porque sólo cuando reconoces esas heridas puedes empezar a curarlas.


¿Cómo empiezas a sanar?


Reconoce la herida Aceptar que existe es el primer paso. Tal vez venga de una experiencia de rechazo, de sentirte ignorada o de no ser valorada como mereces en tu entorno laboral o personal.


Ponle nombre Dale un rostro a esa herida: ¿es el abandono? ¿La traición? ¿Quizás la injusticia? Cuando lo reconoces, dejas de temerle.


Acepta que está bien sentir Sanar no es un proceso de un día. Al igual que una cicatriz, puede doler al principio, pero con el tiempo se vuelve más suave, más manejable. Permítete sentir, porque lo que no se siente no se sana.


Establece límites Muchas de estas heridas vienen de lugares donde no se respetaron tus límites. Hoy es el día para comenzar a establecerlos con claridad y sin culpa, tanto en tu vida personal como profesional. Los límites son tu escudo, no una barrera, y te permiten proteger tu energía.


Rodéate de personas que sumen, no que resten Una de las heridas más profundas es permitir que personas tóxicas o narcisistas drenen tu energía. Identificar a esas personas es crucial para tu sanación. Tú mereces estar rodeada de quienes valoren tu luz, no de quienes intentan apagarla.


Y ¿por qué es tan importante sanar estas heridas, especialmente en la hostelería?


Porque como mujer en un sector tan exigente como la hostelería, llevas el peso de mil responsabilidades. Siempre dando más, cuidando cada detalle, a veces sin que nadie lo note. Pero cuando tienes heridas sin sanar, ese peso se siente aún más, se multiplica. A veces sientes que no importa lo que hagas, nunca es suficiente.


La verdad es que tú ya eres suficiente. Siempre lo has sido. Lo que ocurre es que esas heridas hacen que dudes de tu valor, que te hagan sentir más pequeña de lo que realmente eres. Pero aquí viene lo más hermoso: sanar esas heridas no solo te libera, sino que transforma todo a tu alrededor.


Cuando te permites sanar, renaces. No solo cambias tu relación contigo misma, sino que todo a tu alrededor comienza a resonar con tu nueva energía. Desde cómo manejas el estrés en el trabajo hasta cómo estableces relaciones más saludables con los demás. Porque cuando tú estás bien, todo a tu alrededor comienza a florecer.


¿El siguiente paso? Hacer de tu sanación una prioridad. Hoy te invito a que te mires con amor y paciencia. Date el tiempo y un espacio seguro donde sanar, porque en esa sanación está la llave de tu libertad emocional. Y, lo más importante, te mereces sanar.


Recuerda superwoman, cada herida puede convertirse en una cicatriz que cuenta una historia de superación y fortaleza. Y tú, más que nadie, estás destinada a brillar, no a pesar de tus cicatrices, sino gracias a ellas.


Kelly Marie Darbyshire

Coach y Mentora personal mujeres líderes hostelería

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