Hoy quiero que hagas un pequeño ejercicio. Piensa en la última vez que hiciste una compra por impulso... tal vez esa chaqueta nueva, el último gadget tecnológico, o incluso esa cena costosa después de un día agotador.
Ahora, dime la verdad: ¿Qué buscabas en ese momento? ¿Una necesidad real o una manera rápida de sentirte mejor?
No te juzgues, porque todas lo hemos hecho. A veces, el dinero se convierte en una herramienta para tapar vacíos emocionales o para huir de esos momentos donde la vida se siente… demasiado. Nos contamos historias como “me lo merezco” o “después de este día, necesito esto” mientras entregamos la tarjeta y, por unos minutos, sentimos alivio.
Pero, ¿Cuánto dura esa satisfacción? Segundos, tal vez minutos. Y luego, esa sensación de vacío regresa, incluso más profunda.
El dinero es energía, eso ya lo sabes. Pero lo que muchos no se dan cuenta es cómo, a menudo, usamos esa energía para evadir la verdadera raíz de lo que nos está agotando. Porque, vamos, no es esa cena lo que realmente necesitas. Lo que buscas es llenar un espacio que, al final, no tiene que ver con lo que compras, sino con lo que sientes.
¿Te suena familiar? Porque lo he visto tantas veces trabajadores quemados, como tú, que después de largas jornadas piensan que gastando podrán desconectar de la presión, del estrés, del vacío de repetir día tras día lo mismo. Yo también hacía esto antes a diario.
Nos han hecho creer que comprar es igual a premiarnos. Pero detrás de cada impulso de gasto, muchas veces lo que realmente estamos comprando es un escape temporal.
Pero aquí viene la parte curiosa… ¿Qué pasaría si en lugar de usar el dinero para "huir", lo usas para invertir en ti? No hablo de más cosas materiales, no. Hablo de una inversión en aquello que realmente puede cambiar tu vida desde adentro.
Porque te diré algo: ese vacío que sientes al final del día, esa necesidad de llenar el espacio con más cosas, no se llena con lo externo. La verdadera plenitud viene cuando empiezas a conectar contigo mismo, a sanar esas emociones que has estado tapando con cada compra impulsiva.
Y no te preocupes, no te estoy diciendo que dejes de disfrutar de los pequeños placeres. Pero quiero que empieces a observar esos momentos en los que, después de una compra, esa sensación de alivio es solo superficial.
La evasión espiritual o emocional es un truco del que nadie habla, porque es fácil caer en él. Nos enseñan a consumir, a comprar felicidad en pequeñas dosis, pero nunca nos enseñan a detenernos y preguntarnos: ¿Qué me está diciendo mi alma realmente?
¿Sabes lo más interesante? Una vez que empiezas a darte cuenta de esto, es como si despertaras de un sueño. Ya no te sientes tentado por el brillo de lo nuevo, porque reconoces que lo que necesitas no está afuera, está adentro.
Y lo mejor es que, en lugar de gastar para evadir, puedes empezar a usar el dinero como una herramienta de empoderamiento, de crecimiento personal. El dinero no es malo, pero lo que hagas con él sí puede limitarte o liberarte. Todo depende de la intención detrás de cada decisión.
Así que la próxima vez que sientas esa urgencia de gastar, haz una pausa. Respira. Pregúntate: ¿Qué es lo que realmente necesito en este momento? A lo mejor no es esa compra, sino algo mucho más profundo. Tal vez es descanso, tal vez es reconectar contigo, o quizás es simplemente darle un respiro a tu alma.
¿Te das cuenta de la diferencia? No es lo mismo gastar por gastar, que invertir en lo que realmente te alimenta desde adentro.
Cuéntame, ¿alguna vez has sentido que usas el dinero como una forma de escapar? Me encantaría escuchar tu historia. Tal vez juntas podamos descubrir una nueva forma de vivir más consciente y plena.
Kelly Marie Darbyshire
Coach y Mentora mujeres líderes hostelería
a b c d e f g h i j k l m n o - Do not remove from template!!! it is important to support different fonts
Todos los derechos reservados | Liderazgo Zen