Imagina un día de verano sin una brisa fresca. Sí, el sol brilla con fuerza, pero el calor se vuelve sofocante, y empiezas a añorar esa corriente de aire que lo suaviza todo. O piensa en un plato sin sal, perfectamente preparado, pero… algo falta, ese toque que despierta los sabores y lo transforma en una experiencia memorable.
¿Y qué hay de una vida sin desafíos?
Sería cómoda, sí, pero también plana, carente de la chispa que solo aparece cuando enfrentamos algo que nos reta y nos obliga a crecer.
El contraste entre lo bueno y lo malo, entre los momentos dulces y los amargos, no es un castigo, sino una hermosa oportunidad para crecer. Piensa en tu día a día en la hostelería: sin esos momentos de estrés, ¿cómo podrías apreciar la calma?
Sin el cliente difícil que desafía tu paciencia, ¿cómo podrías valorar a aquellos que te llenan de gratitud con su sonrisa?
Muchas veces nos aferramos a la idea de que la vida debería ser sencilla, que todo debería fluir sin dificultades...
Pero, ¿qué pasaría si cambiáramos esa perspectiva? ¿Y si los momentos difíciles fueran los que realmente nos están dando las herramientas para ser más fuertes, más sabias y, sobre todo, más auténticas?
El contraste no solo nos permite saborear lo dulce, sino que también nos enseña sobre nosotras mismas. Cuando te enfrentas a un reto, descubres tu verdadera fuerza. Cuando lidias con lo incómodo, aprendes a establecer límites, a proteger tu paz, a priorizar lo que realmente importa.
Piensa en tu carrera en la hostelería. ¿Cuántas veces has sentido que el día ha sido largo, agotador, lleno de desafíos? Y sin embargo, justo en esos días, es donde se ha forjado tu resiliencia.
Es en esos momentos cuando te has dado cuenta de lo mucho que puedes soportar, de lo que eres capaz de lograr. El contraste entre lo bueno y lo malo en tu entorno laboral no es algo que deba evitarse, sino algo que debe abrazarse, porque en ese vaivén encuentras tu crecimiento.
La vida es un equilibrio. No siempre será fácil, pero sin esas sombras, ¿cómo podríamos realmente apreciar la luz? Sin los momentos en los que dudamos de nosotras mismas, ¿cómo podríamos experimentar el placer de reencontrar nuestra confianza?
Y es aquí donde entra el contraste, también le añade sabor a la vida. Un toque inesperado que, aunque incómodo al principio, nos lleva a saborear la victoria con mayor intensidad.
En tu día a día como líder en la hostelería, recuerda esto: los desafíos no son tus enemigos, son tus aliados. Porque cada obstáculo te muestra un camino nuevo, una oportunidad para ser más auténtica, más tú. Y cuanto más grande el desafío, más brillante el triunfo. No es solo cuestión de superar lo malo, sino de usarlo para iluminar lo bueno.
Así que la próxima vez que te enfrentes a un día difícil, a un momento en el que todo parezca cuesta arriba, detente un segundo y respira. Siente ese contraste entre el caos y la calma. Piensa en cómo cada desafío, por pequeño o grande que sea, está moldeando tu carácter, afinando tus habilidades, enseñándote lecciones que ninguna experiencia fácil te habría brindado.
Y cuando el día termine, cuando por fin te sientes a disfrutar de un merecido descanso, sabrás que, gracias a ese contraste, has crecido un poco más, te has fortalecido un poco más, y has aprendido a valorar tanto lo dulce como lo amargo de la vida.
Porque al final, el contraste no solo te hace crecer, te hace renacer.
Kelly Marie Darbyshire
Coach y Mentora personal mujeres líderes hostelería
a b c d e f g h i j k l m n o - Do not remove from template!!! it is important to support different fonts
Todos los derechos reservados | Liderazgo Zen