¿Alguna vez has sentido que, con solo estar cerca de alguien, tu energía se va esfumando poco a poco? Como si esa persona, sin siquiera pedir permiso, estuviera absorbiendo toda tu vitalidad.
Tal vez es esa compañera que siempre parece insatisfecha, o ese cliente que, no importa cuánto te esfuerces, nunca tiene suficiente. Sí, esos son los que podemos llamar, con toda claridad, drenadores de energía.
Pero más allá del agotamiento ocasional, hay un tipo de personalidad que te puede hacer sentir así de manera constante: el narcisista. Este tipo de persona no solo se caracteriza por ser egocéntrica, sino porque en su mundo, tú estás ahí para servirles, nutrir su ego, y alimentarlos emocionalmente. Y si no tienes cuidado, pueden dejarte agotada, sin energía para ti misma.
La historia de Narciso nos deja una lección muy importante. Narciso, un joven extraordinariamente hermoso, se enamoró de su propio reflejo en el agua. Día tras día, admiraba su propia imagen, tan embelesado que terminó olvidándose del mundo exterior, incluso de las personas que lo rodeaban. En su obsesión por sí mismo, no podía ver más allá de su propio reflejo. Al final, su incapacidad para amar a alguien más, o incluso alejarse de su propia imagen, lo llevó a un trágico final.
Y así son los narcisistas en nuestras vidas: obsesionados con su propio reflejo, incapaces de ver o preocuparse genuinamente por los demás. Todo lo que hacen, lo hacen por y para ellos.
Y tú, si no tienes cuidado, puedes quedar atrapada en su órbita, dándoles constantemente lo que necesitan sin recibir nada a cambio.
¿Cómo las reconoces?
Son esas personas que, como Narciso, parecen necesitar constantemente tu atención, tus halagos, tu energía. Si alguna vez has sentido que no importa lo que hagas, siempre te están pidiendo más, es probable que estés lidiando con un narcisista.
Tal vez sea esa compañera que nunca está satisfecha, que siempre te compara con los demás, o ese cliente que te exige hasta el último gramo de paciencia, pero nunca te agradece. Lo más peligroso de los narcisistas es que, a menudo, te hacen sentir que eres tú quien no está haciendo las cosas bien.
Pero hay algo que puedes hacer para protegerte: poner límites claros.
Sin embargo, lo más incómodo de marcar esos límites no es el acto en sí, sino la culpabilidad que a menudo aparece después. Esa sensación persistente de que, al protegerte, estás siendo "mala persona" o egoísta. Y es aquí donde reside el verdadero desafío: trabajar en esa emoción, en esa incomodidad que se instala en el cuerpo, como un eco que nos paraliza emocionalmente.
A veces, no es que no sepamos cómo poner el límite, sino que estamos condicionadas a sentirnos mal por hacerlo. Ese condicionamiento —que nos dice que siempre debemos estar disponibles, siempre complacientes, ser "buenas personas"— es lo que nos frena de avanzar. Porque no se trata solo de la acción de decir "no", sino de reprogramar la respuesta emocional que sigue, liberándonos de esa culpa incesante que nos impide cuidar de nosotras mismas.
Los límites no son muros, son puertas que decides cuándo abrir y cuándo cerrar. Poner límites no te hace menos generosa, ni menos empática. Te hace más poderosa. Porque cuando proteges tu energía, no solo estás cuidando de ti, sino que también te estás preparando para dar lo mejor cuando realmente lo necesitas.
Aquí te dejo un pequeño ejercicio para que empieces a practicar desde ya:
Recuerda, no se trata de cambiar a los demás, sino de cuidar tu paz interior y tu bienestar. Porque si algo he aprendido, es que cuando aprendes a poner límites claros y amorosos, todo a tu alrededor empieza a alinearse. Las personas que respetan tu espacio se quedan, y las que no, simplemente se alejan.
Y créeme, es lo mejor que puede pasar, pero primero hay que trabajar en ese miedo profundo y abrumante de "quedarte sola", porque cuando eres realmente fiel a ti misma, las personas que aprovechaban esa falta de límites claros ya no tiene de donde alimentarse, y con el tiempo buscarán otra fuente de nutrición.
Así que la próxima vez que te encuentres con ese cliente demandante, esa compañera que siempre critica, o ese jefe que intente drenar tu energía, pon un límite. No para alejarlas, sino para protegerte a ti misma. Y ahí, querida, es donde empieza la verdadera transformación.
Kelly Marie Darbyshire
Mentora personal mujeres líderes hostelería
a b c d e f g h i j k l m n o - Do not remove from template!!! it is important to support different fonts
Todos los derechos reservados | Liderazgo Zen